Desde el 12 de abril de este año, el squash tiene sus luces apagadas y sus canchas cerradas en casi todo el mundo a raíz del Covid 19. El juego de las cuatro paredes quedó aparentemente en un stroke ante la difícil situación sanitaria mundial, que, por ahora, no parece darle una salida ni opciones para recuperarse.
Las federaciones de todos los países, en concordancia con la PSA, suspendieron sus actividades, al igual que los clubes o sedes para su práctica, esto precisamente cuando la temporada internacional entraba en su etapa más emotiva por la cercana realización de los apasionantes British Open, Grasshopper Cup y El Gouna International. Los jugadores volvieron a sus países sede y están ahora confinados tratando de desarrollar rutinas en sus hogares, buscando mantener una parte de su forma física y sus habilidades de juego.
Todos quieren (¡todos queremos!) volver. Pero las cosas no son ahora sencillas. El mundo ha cambiado, el squash no puede hacerse el desentendido frente a ese cambio y tendrá que buscar caminos para sobrevivir.
Muchas dudas como protocolos
Algunos países, como Inglaterra, han dado los primeros pasos en esa ruta, aplicando protocolos muy estrictos de seguridad sanitaria. Por ejemplo, dejan jugar (sin hacer pruebas de antemano), pero a un solo deportista por cancha. El practicante debe hacer una reserva desde el día anterior, por internet, para que no interactúe con ningún empleado del club o del complejo deportivo. Debe llegar 10 minutos antes del turno y esperar a que quien lo antecedió salga de las instalaciones, esto para que no haya ninguna posibilidad de socialización entre los deportistas. Entre práctica y práctica, el escenario es desinfectado. Y si hay varias canchas en uso, no se permite ningún contacto entre los practicantes. Incluso, en algunos casos se está recomendando dejar una cancha vacía de por medio entre cada una de las que están ocupadas. En otros protocolos, tal vez más laxos, se permite la práctica de dos jugadores por ‘court’, uno en cada lado, cerca de la pared lateral, para guardar una distancia de seguridad.
Pero frente al reinició de las competencias del circuito profesional, hay muchas dudas y propuestas aún rebotando. La única certeza es que los partidos con público se prohibirán, de la misma forma que está ocurriendo en todo el planeta con los espectáculos masivos o que impliquen la presencia de más de 10 personas. Por eso, la salida es que los torneos sean a puerta cerrada, con transmisiones vía web, una posibilidad que solo será viable desde cuando los vuelos internacionales se regularicen.
Pero aquí entra a jugar otro tema: y es que de llevarse a cabo un campeonato, todos los jugadores deberán ser sometidos a una prueba rápida o PCR para descartar contagios y, además, tendrán que confinarse en un lugar escogido por la organización hasta que finalice su participación en el evento. Que los competidores queden libres o puedan escoger sus sitios de hospedaje, no garantizaría ningún nivel de seguridad.
Una alternativa intermedia es que, sin la posibilidad de un confinamiento controlado, a cada inscrito se le haga un protocolo básico de toma de temperatura, y una prueba rápida, media hora antes de entrar en competencia, para descartar cualquier positivo. Se tomarían, también, medidas para desinfectar el escenario después de los entrenamientos y partidos, al igual que las raquetas y equipos de juego. El único país que ya está adelantado torneos de squash es Nueza Zelanda, porque allí el Covid-19 ha sido erradicado, al menos por ahora. Pero Suráfrica y Australia los han descartado porque no quieren asumir el riesgo latente que representan dos jugadores interactuando en un espacio de 10 metros de largo por 6 de ancho.
¿Hasta que exista una vacuna?
Sin que internacionalmente las cosas estén claras, la situación para nuestros torneos nacionales y locales sigue también muy confusa.
Por su condición de deporte indoor o en recinto cerrado, muchos consideran que la interacción entre los jugadores implica contactos. Por eso, manejar con seguridad a los 150 o 200 participantes que podrían inscribirse en una válida nacional no será fácil, porque las posibilidades de confinamientos o de realización de pruebas rápidas antes de cada encuentro son poco viables, esto estrictamente por los gastos en los que se incurriría y que necesariamente se reflejarían en inscripciones mucho más costosas.
Por eso, algunos ya se atreven a vaticinar que en Colombia, aquellos torneos con nutrida participación solo se verán de nuevo cuando exista una vacuna efectiva y confiable contra el Covid-19, o un medicamento que realmente controle la enfermedad y su transmisión. ¿Qué opina usted? Participe con propuestas o comentarios. Envíenos sus opiniones a: columna@squashcolombia.org.co