Este es un tema extenso, del que se habla poco, pero que resulta trascendental en squash: los encordados. Hay los llamados gut (hechos de tripa o intestino), de nylon y otros de aramid fibre. En cualquier material, todos pierden tensión con el paso de los días, porque las moléculas dentro de la fibra se van apartando hasta que se rompen. Esto último ocurre por la continua fricción de una cuerda contra la otra, que las desgasta. Pero, también es posible que una cuerda no pueda elongarse lo suficiente con el impacto de la bola y termine quebrándose, situación que sucede a menudo con aquellas que están muy cerca del marco de la raqueta. Las cuerdas delgadas tienen más elongación, pero se rompen rápido. Las gruesas son más durables, pero devuelven la bola más lentamente.
Aquellas que son hechas de tripa solo las usan ciertos profesionales, porque son muy costosas y de muy corta vida. Esas tripas se obtienen de vacas o cabras y luego son cortadas, estiradas, secadas, entorchadas, pulidas y finalmente recubiertas con poliuretano, para protegerlas de la humedad, que suele hinchar las fibras y desajustarlas. Por su parte, el nylon está presente en el 99% de las cuerdas. Este no se afecta por el agua, no es costoso y se puede obtener en forma de multifilamentos para imitar a las naturales o lograr aquella cuerda que llaman ‘de núcleo solido’, que es más compacta y resistente. Algunos jugadores prefieren las cuerdas de núcleo solido porque tienen un menor efecto de creep o de deformación. También hay cuerdas de poliéster, que fueron desarrolladas para tenis. Y existen las ´aramid fibre´, que es el mismo Kevlar, una fibra ultra fuerte que se utiliza en las 6 cuerdas centrales de la raqueta, mezclada con cuerdas de otros materiales.
Pero sin importar su tipo o su origen, la física nos explica que cuando una bola de squash golpea un encordado, se cumple la famosa Ley de Hooke: F=K por X. Donde F es la fuerza, K el coeficiente de elongación del material y X la cantidad de elongación de las cuerdas. Por ello, entre más se elonguen las cuerdas al ser impactadas por la bola, esta saldrá con mayor fuerza y velocidad. Quiere decir que un jugador que use una tensión baja en su encordado (16-18-20 libras), con cada golpe le imprimirá a la pelota más potencia, sin embargo perderá control. Si golpea con una tensión de 26, 28 o 30 libras, logrará que la bola vaya más despacio, pero ganará dominio sobre ella. Cuando usted esté escogiendo la tensión de su encordado, imagínese que este se comporta como un trampolín: quien salta varias veces a partir de una superficie tensionada, sus pies permanecerán menos tiempo tocando dicha superficie antes de rebotar. A menor tensión, ese mismo saltador durará más tiempo sobre el elástico antes de volver a salir impulsado y así logrará un mayor vuelo. Se deben probar entonces diferentes tensiones hasta encontrar aquella que se acomode mejor a su juego. Las libras de tensión más usadas en las raquetas, por lo menos en nuestro medio, están entre 22 y 26. Dos preguntas finales para que participe en el nuestro espacio de opinión: Cuentenos con cuantas libras de tensión en el encordado de su raqueta juega? Con cuantas libras de tensión en el encordado de sus raquetas juega Gregory Gaultier, “The french General”.